A veces las opiniones más válidas sobre la situación de las Fallas me las han dado gente de fuera de la fiesta.
Así estos días, sobre los comunicados y las entradas y salidas que estamos viendo con la locura de los agravios comparativos, una persona que solo conoce las fallas, como muchos, desde fuera me dice que la sensación que tiene es que nos hemos vendido al poder por un plato de lentejas.
Y me lo decía al respecto de plantar en septiembre. El no entendía cómo habíamos aceptado esa opción aunque es cierto que tampoco conocía los condicionantes que nos llevó a ella.
Sabéis que yo he sido uno de los que ha defendido a muerte que había que plantar en septiembre. Pero también soy de los que empieza dudar si estábamos en lo cierto.
Es cierto que las fallas había que quemarlas por el espacio físico y para que los artistas falleros reactivarán su negocio, pero también es cierto que las trabas oficiales y el poco apoyo institucional a esta decisión está generando cada vez más desazón.
Y así me llega que hay presidentes que hubieran votado que no pero por miedo a represalias, o a perder subvenciones, votaron “si”.
Sabéis que yo no me escondo a la hora de dar mi opinión. Igual que defendí que sí que había que plantar en septiembre, hoy esta decisión me plantea muchas dudas. Y quedan solo dos meses. Es evidente que no se va a cambiar y sí que se va a plantar, pero me queda la duda. 
Hay algunos detalles de aquella junta que los he perdido y que me están poniendo al día.
Como el hecho de que no se hiciera votación secreta o que intencionadamente se preguntara primero por el si en lugar de por el no. De esta forma a los presidentes que tenían dudas les podía cohibir votar no. Como así sucedió.

Luego están detalles como no saber por dónde va a pasar la ofrenda, no saber si vamos a poder utilizar autobuses para ella, no saber si vamos a poder consumir en la falla, no saber si vamos a poder contratar orquestas o no, ver cómo nos están utilizando los partidos políticos para sus guerras personales, los constantes agravios comparativos que están teniendo desde la Generalitat valenciana con nosotros, el porcentaje tan alto de continuidad de reinados que hay en las fallas, pero sobre todo la gran incertidumbre creciente que tenemos día día de cómo van a ser las fallas en septiembre.
Lo que es cierto que entre los falleros se está adueñando una sensación muy extraña y veo como desciende la ilusión por plantar el día 1 de septiembre. Se está tomando más como un impasse de cara que en el 2022 podamos celebrar unas fallas de los más normales. 
Y buena parte de culpa la tienen los políticos valencianos, a quienes a decir de muchos no falleros, nos hemos vendido por un plato de lentejas.
Y es que a veces hay que escuchar a los que desde fuera te lo dicen de corazón y sin intereses creados.