Nadie puede pensar que los movimientos sociales parten de manera espontánea sin ninguna base, que se van construyendo conforme avanzan.
Todos los tiranos y dictadores que pretenden imponer su ideología y gobierno a la fuerza saben que es más fácil controlar una sociedad que está triste y aislada.
Una sociedad fuerte, ilusionada, viva y feliz es muy difícil de manipular.
Un individuo autosuficiente culto que se vale por sí mismo es más complicado de manejar que alguien que no se puede buscar la vida por sí mismo y depende de subvenciones.
Quién intenta modificar lo establecido de una forma artificial con falsedades para imponer su ideología necesita controlar las fábricas de ideas.
Necesita controlar la enseñanza, la cultura, los medios de comunicación para controlar la opinión pública
Y para controlar todo esto nos necesitan divididos, nos necesitan aislados y manejables.
Necesitan transformar la sociedad, romper relaciones y debilitar la unión.
Las fallas históricamente hemos demostrado una fortaleza a prueba de bomba, hemos demostrado una unión poco vista en un colectivo tan grande como el nuestro.
Llevo tiempo diciendo que las fallas somos un obstáculo para el desarrollo de la idea que los actuales gobernantes tienen para nuestra comunidad autónoma.
Hay muchos detalles en todas las decisiones en torno a las fallas que se están tomando que me llaman la atención desde el mismo día de la suspensión el pasado 10 de marzo de 2020.
No entraré a fondo en los detalles sino más bien, en la idea general y global.
Primero han conseguido debilitarnos económicamente y que dependamos en buena medida de la subvenciones, lo que nos hace más manejables y sumisos.
Segundo han conseguido romper la relaciones sociales y la unión que había entre los falleros, ahora estamos divididos como se puede leer a diario en la redes.
Tercero han conseguido romper la unanimidad de ideas que hasta ahora nos caracterizaba a todo el colectivo fallero cuando nos veíamos gravemente perjudicados.
Todos estos detalles y factores que más adelante iré detallando han conseguido debilitar mucho la fuerza como colectivo que las fallas teníamos ante los políticos.
Cuesta entender por qué los falleros no nos hemos revelado de una forma más contundente ante decisiones que dejaban claros agravios comparativos con otros colectivos.
Como también cuesta entender el silencio del PSPV ante diversos hechos que no son solamente actuales, vienen de la época de Fuset.
Ciertas decisiones tomadas desde la Conselleria de sanidad que han perjudicado claramente a las fallas, vemos como desde el Ayuntamiento nadie del grupo socialista se ha quejado ni se ha dignado a hacer algo. E intuimos que desde compromís tampoco han alzado mucho la voz porque les beneficia en sus objetivos.
Sin embargo este último partido también tiene sus cuitas internas conocidas entre el grupo de Fuset y el ejército que se ha montado Galiana en la Junta Central Fallera, hecho que tampoco es que beneficie mucho a las fallas.
Ojalá tuviera que retractarme más adelante, pero la deriva que han tomado las fallas durante la pandemia no es nada halagüeña.
Durante los próximos meses veremos si realmente preocupaban las fallas o lo que querían era aprovechar la crisis sanitaria para modelarlas a su gusto y debilitarnos como colectivo.
No las tengo todas conmigo.
Sabéis que yo me muevo por mis sentimientos sin pensar si lo que siento y lo que digo es lo que piensa la mayoría, aunque eso me pueda marcar ante el “rebaño”.
Y esto es lo que pienso y siento desde hace mucho tiempo.
No tengo ningún miedo de hacerlo público.