El 11-M, el 2004 ha planeado estos días sobre las mentes de quienes vivimos aquel horror
del que nunca hemos sabido la verdad. Ha sido algo que ha saltado a las redes con una intensidad inesperada tanto por la frescura de memoria como del temor a algo parecido.
Y es que la historia se repite y de nuevo, cuando la derecha arrasa en las encuestas, suceden “cosas”.
Pero esas “cosas” esta vez no han funcionado. Era improbable que pasara algo otra vez con los trenes por lo que había que inventar algo.
Lo peor que le podía pasar al PSOE es que nadie se ha tomado en serio estas amenazas, ni siquiera seguidores de ellos, aunque en los mítines se vacían hablando de fascismo y ataques a la democracia pidiendo cordones sanitarios a Vox mientras pactan con herederos políticos de asesinos, separatistas y chavistas comunistas. Credibilidad cero.
Su mensaje de odio a la derecha ya no cala. Si a eso le añadimos la metedura de pata ayer acusando a la extrema derecha por lo del cuchillo a la ministra y luego, en lugar de reconocer su error siguen justificando que la culpa es por el clima creado por Vox sin un ápice de autocrítica, la imagen que dejan a los indecisos es penosa.
Esta estrategia fallida y el ridiculo de los sobres cuya autoría se sabrá, si es que se sabe, después del 4 de mayo, porque si les beneficiara lo harían antes lo que lleva a pensar que es otro montaje, pasarán a la historia como una de las grandes chapuzas estratégicas de campaña electoral.
El paso en falso de la izquierda es letal.
El antídoto se antoja ya poco efectivo por la sobre actuación de las ministras ayer.
Y cualquier otro atisbo de “ataque” al PSOE va a ser mirado con lupa. Ya no será creíble.
