Los que me seguís en mis escritos sabéis que hace un par de semanas escribí que a finales de año o primeros del que viene habría elecciones generales en España.
Había indicios, pero ahora está claro. La maniobra estaba clara.
La hoja de ruta era debilitar al PP en todo lo posible arrebatándole las autonomías que tiene el partido de Casado comenzando con Murcia como prueba de lanzamiento para intentarlo después en Andalucía y Castilla-Leon acabando con el terremoto final de la “joya de la corona” la deseada Madrid.
Una vez desestabilizado el Partido Popular, con el control de las autonomías en casi su totalidad, la convocatoria de elecciones garantizaba una victoria amplia que incluso le pudiera hacer quitarse de encima a Podemos.
Pero para ello necesitaba un cómplice que no es otro que Ciudadanos. Un partido cuya líder se la jugó pensando que su “centrismo” iba a rescatar los votos desencantados con el acercamiento del PSOE a la ultra izquierda.
La maquinaria estratégica brillante de Ivan Redondo esta vez gripó y rompió el cárter.
La operación murciana saltó por los aires con la negativa de los tres diputados díscolos naranjas de apoyar la moción presentada por su partido y sin tiempo a parpadear, por una parte la habilidad política de Ayuso le hizo reaccionar de inmediato para que en Madrid no se repitiera la escena y por otra el presidente murciano también reaccionaba, se garantizaba su continuidad incluyendo a los tres diputados de Ciudadanos en su gobierno.
Y no andaba desencaminada la presidente madrileña. Poco después de firmar la convocatoria de elecciones se presentaban dos mociones de censura contra ella.
La izquierda había pinchado en hueso. El estoque salió tan rebotado que impactó en los propios políticos que habían empuñado la espada dejando malherida su credibilidad.
Ayuso había empleado las mismas armas que hasta ahora eran propiedad de la izquierda radical, anticipación, reflejos, rapidez de movimientos y ausencia de complejos para definir la situación.
Usó las tácticas de propaganda de los rivales unificando su enemigo en lugar de diversificar el esfuerzo y con habilidad expuso su lema “socialismo o Libertad” el cual cambió ingeniosamente por el “comunismo o Libertad” tras el anuncio de Iglesias de bajar a la arena autonómica dejando la vicepresidencia.
Ninguneaba a Gabilondo y marcaba a Podemos como único enemigo.
La jugada ha sido catastrófica para la izquierda, de querer destruir al PP se ha pasado a destrozar a Ciudadanos dejando a Vox como más que posible árbitro de la situación.
De ahí que las primeras reacciones es intentar asustar con que “el PP va a gobernar con la ultra derecha”, y lo dice el ultra izquierdista mayor del reino que cada vez asusta menos.
Ha pasado de eurodiputado a vicepresidente del
gobierno, ahora quiere gobernar Madrid pero como mucho acabará como concejal de Galapagar si quiere seguir cobrando pare pagar el casoplón.
Aunque siempre quedarán las maletas de la Delcy.
De aquí al 4 de mayo auguro manifestaciones de todo tipo, ataques feroces a Ayuso, algaradas varias en Madrid, intentos de desestabilizar al gobierno autonómico y mentiras, muchas mentiras propias de quien quiere morir matando.
Ahora puede que las elecciones generales vengan obligadas por otros motivos.
Y esto es la primera consecuencia nacional. La segunda puede que esté en Valencia... puede.