Desde que comencé a hacer programas de fallas en radio allá por el 2003, varias han sido las frases que he escuchado y que hemos llevado por bandera,
“las fallas somos el reflejo de la sociedad”, “las fallas siempre han sobrevivido a los desastres y calamidades”, “las fallas será lo que los falleros queramos”...
Y la historia nos dice que es así.
Pero ahora algo falla. Siento desde la perspectiva del tiempo y de la propia historia que algo está fallando.
Es cierto que esta pandemia está rompiendo muchas cosas, algunas se podrán recomponer, otras nunca lo harán. Pero en el ámbito fallero noto falta de liderazgo, demasiado peso político, miedo, temor, a salirse del guión escrito para no ser señalado.
En estos casi 18 años de ondas falleras he conocido a mucha gente, tanta que me es imposible recordarla o mantener contacto con ellos de una forma regular. Otros se han ido demasiado pronto.
Este mundo es tan grande que te permite conocer amigos de diferentes estratos sociales y laborales.
Me he sentido un privilegiado viviendo en primera fila multitud de eventos y situaciones falleras. Algo impensable para un fallero de a pie. Y eso es algo que nunca olvidare.
He descubierto cosas de la fiesta que me han llegado muy adentro.
He visto tantas cosas en estos años que siento que nunca se ha valorado en su justa medida lo que supone esta fiesta para el tejido social, cultural y económico de nuestra tierra.
Y el resultado es que no siento que se nos esté tratando de manera justa en la situación que estamos viviendo actualmente.
La última muestra es lo que considero una falta de respeto del alcalde de Valencia dando una información sobre la suspensión de las fallas en marzo de este año que considero debería de haber sido anunciada en una rueda de prensa dada conjuntamente al colectivo fallero y a todos los medios, no solo a uno.
Luego tenemos la falta de apoyo que vemos en general a los colectivos que sostienen la fiesta que se ven totalmente agraviados con decisiones políticas sesgadas o interesadas como el hecho reciente de contratar la cabalgata de reyes con una persona de Compromís obviando ayudas prometidas al sector carrocero.
Digo claramente que los colectivos que dependen fundamentalmente de la fiesta deberían de ser apoyados incondicionalmente por mucho que esto supusiera desgaste político.
Estoy seguro que el mundo fallero lo agradecería.
Viendo cómo preocupa más que no perjudique políticamente las decisiones que se toman en torno a las fallas que ayudarlas realmente, uno se pregunta “Las fallas, ¿patrimonio de qué?”...