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Ya lo dijo el republicano Blasco Ibáñez en julio de 1907, “alejaos de la lepra catalanista”.

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Y en ello estamos. Y no solo en el idioma o en el nombre, no. En todos los campos de la vida cotidiana como a continuación os voy a detallar.

Esa epidemia que se extiende por nuestro reino, que está más activa que nunca y que parece harto complicado desactivar, la padecemos desde hace décadas.

El rechazo al pancatalanismo no es rechazo a lo catalán como los propios pancas intentan hacer creer, es rechazar que a los valencianos se nos quiera considerar catalanes como algunos grupos bien subvencionados, anteriormente desde el norte y ahora desde las propias instituciones valencianas, Intentan naturalizar.

Y para ello la izquierda valenciana lleva años de desarrollo de estrategias sociales y de movimientos para magnificar las bondades que supondría formar parte de una entelequia llamada “paisos catalans” de la que el “país valenciano” formaría parte.

Son muchas las evidencias que demuestran que esto es así.

Comenzaron por la cultura y la enseñanza. Primero eliminando el valenciano real, el de las normas de la Real Academia de Cultura Valenciana que recoge el idioma autóctono tal cual se habla en la calle, y lo sustituyeron por uno llamado “normalitzat” alejado en formas y palabras del valenciano auténtico aproximando estas palabra al catalán.

Se proyecta una irreal escena de que el valenciano es el “catalán que se habla en el país valenciano” y se eliminan todos los “castellanismos” lógicos por la convivencia durante siglos de ambos idiomas y, con la excusa de “hacer más culto el idioma, se incluyen formas arcaicas del propio valenciano que “casualmente” coinciden con el catalán.

Se impone en la enseñanza contando para ello con profesores que beben de la doctrina pancatalanista para naturalizar este idioma entre los niños al que disfrazan de culto desplazando el auténtico valenciano a “idioma de los paletos”, al estilo de los “afrancesados” en tiempos de la invasión napoleonica, quienes para parecer más cultos en la burguesía hablaban francés. Ahora sucede lo mismo con el catalán de Valencia llamado “normalizado”.

Este movimiento consigue eliminar la cátedra de valenciano de la Universidad sustituyéndola por la de catalán. Es el primer paso de muchos.

El trabajo del picañero Cipria Ciscar (PSPV) al frente de la Conselleria de Cultura es impecable para impregnar la enseñanza de esta doctrina.

La entrada del PP parece que podía frenar esta dinámica pero nada más lejos de la realidad. No sabemos si por imperativo mesetero o por incapacidad política, el PP no solo no la para, es que además Zaplana pacta con Pujol la creación de la Academia Valenciana de la Llengua para regular este nuevo idioma que se impone en nuestra tierra, es una de las condiciones que Pujol pone a Aznar para apoyarlo como presidente del Gobierno. Así se avanzaba en la “unitat de Llengua” deseada por el gobierno catalán quien con sus aportaciones a la asociación Acció Cultural del Pais Valencià de Eliseu Climent iba sembrando de pancatalanismo puntos claves de la cultura valenciana.

A la lengua y la enseñanza se le une la cultura donde escritores, artistas, actores, etc. comienzan a comprar esta doctrina y diseñan una estrategia de difusión de la idea de que ser pancatalanista es ser progresista y moderno.

Todo esto gracias a la ingente cantidad de dinero que cae de Cataluña y que las instituciones valencianas regalan aún gobernando el PP.

Así toman como ídolos a escritores mediocres pero reconvertidos, el suecano Joan Fuster era falangista y fue enterrado con la cuatribarrada en el ataúd y el de Burjassot, Andres Estelles era un escritor valencianista quien no se comía una rosca y el mundo pancatalanista le dio lo que necesitaba. Se vendió a cambio de un plato de lentejas.

Ambos son idolatrados por la izquierda valenciana como “grandes escritores”, dejando a los grandes valencianos de verdad en el olvido por cometer el gran pecado de escribir en el valenciano auténtico.

Con este trabajo que van avanzando, la corrupción del PP les da armas para acometer el asedio a las instituciones y así diseñan otra estrategia multidisciplinar desde varios campos, como Canal 9, las fallas con la intifalla o los escraches a Rita y Camps entre otros. Asumen como propias la doctrina de Podemos y logran posicionarse a una altura que nunca hubieran imaginado. Pero llegan. También aupados por ciertos medios y el control al que someten las redes, donde encuentran un filón para hacerse propaganda.

Una vez arriba toca lanzar todas las ofensivas planeadas durante años para asolar nuestra comunidad y la ciudad de Valencia, contando para ello con la complicidad absoluta de un PSPV con quien comparte buena parte de la doctrina.

El pasado miércoles, en la presentación del libro “Valencia, despertá” Joan Ignaci Culla recordó la frase del novelista checo “Milan Kundera” quien dice que “el primer paso para aniquilar un pueblo es borrar su memoria. Destruir sus libros y su historia. Después poner a alguien que escriba nuevos libros y que invente una nueva historia. En poco tiempo ese pueblo olvidara lo que fue”. Y en eso están.

Ejemplos hay miles.

A esto le sumamos como intentan despersonalizar todo lo que nos identifique como pueblo, desde el idioma, tráfico en Valencia, costumbres de autobuses, comercios del centro, eliminar tradiciones de siglos e imponer las suyas como las magas o la feria del libro donde no les molesta nada que se exhiban esteladas. Es más, les gusta.

Añadimos leyes y normas siempre condicionadas a seguir su hoja de ruta para hacernos ver que somos un país dentro de otros países.

Hay que destejer esto cuanto antes.

Pero poner palos en las ruedas a quienes intentan unir esfuerzos para conseguir parar esta deriva solo demuestra el egoísmo y ganas de protagonismo.

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