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La situación en La Comunidad Valenciana desde la entrada de la democracia es digna de estudio.

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Se redactó un estatuto de autonomía donde se estuvo peleando por el 143 o el 151, un 151 reservado para las llamadas “comunidades históricas” que había celebrado referéndums de autonomía previos al inicio de la Guerra Civil Española, guerra por cierto que interrumpió el proceso en nuestra comunidad y que nos privó inicialmente de acogernos al 151. Aunque la posterior ley llamada LOTRAVA solucionaba el bloqueo y nos permitía acceder a preparar la autonomía.

A su vez los días 4, 5 y 6 de junio de 1976 se celebró en Oliva un congreso de escritores en lengua catalana con la asistencia entre otros de Joan Fuster y De Vicente Andres Estelles, hoy venerados por la izquierda pancatalanista valenciana. La intención era claramente ir dando forma al nacionalismo pancatalanista apoyados por cantantes de la llamada “nova canço” como Ovidi Montllor, Raimon o Lluís Llach, movimiento que pretendía reivindicar el uso normal del catalán en el mundo de la canción y del arte, que intentaba colonizar diferentes ámbitos de la vida cotidiana con el objetivo de unir Valencia a Cataluña iniciando el proceso de generar una idea de Pais Valenciano como parte de unos llamados “países catalanes” como posteriormente hemos visto.

Pero las elecciones generales de 1977 el nacionalismo fusteriano representado por la UDPV, fracasó en toda la región quedando fuera de cualquier influencia a nivel nacional con solo un 2,5% de los votos. Ganó el PSOE con 13 escaños en la comunidad seguido de la UCD con 11. Luego el Partido Comunista con 2 y AP con solo un diputado.

Esto restó mucho peso a la propuesta fusteriana pero permitió al PSOE, liderado por una militante actual de Compromís (o simpatizante acérrimo actual) como Josep Lluís Albinyana, liderar el “Consell Presutonomic” para poner en marcha el Estatuto de Autonomía Valenciano. Un personaje recordado por colgar una cuatribarrada que fue quemada.

Una manifestación convocada en Valencia para pedir el estatuto de autonomía para la comunidad autónoma reunió a 800.000 personas en un acto exento de altercados el 9 de octubre de 1977. Sería el último acto donde la unidad de todos los partidos se viera públicamente y donde el acto del 9 de octubre se celebraría con Union. A partir de ese momento la declaración real de intenciones de las tesis fusterianas generó una división entre los que pretendían seguir con la idea de normalizar el catalán y con ello seguir la estela de la “nova cançó” y los que defendían a la Comunidad Valenciana como parte de España. Los pancatalanistas acusaban, y siguen acusando, de aquella división a Fuerza Nueva y al GAV, a quienes se les llamó “blaveros” de forma despectiva por querer la Real Senyera Coronada como bandera autonomía pero crearon una palabra de orgullo que aún hoy en día identifica a quien de verdad quiere a Valencia con su personalidad propia. Se iniciaba la llamada “batalla de Valencia”. Donde diferentes acuerdos más o menos forzados dieron como resultado los símbolos indentitarios actuales.

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En las elecciones municipales de 1979, la victoria de la UCD complicó el avance de esta corriente nacionalista y su influencia en la toma de medidas debido al peso de las diputaciones en la preparación de la preautonomía. Los nacionalistas se quejaban de la enorme influencia centralista que la victoria del PSOE y de la UCD había supuesto. Hasta el punto que se quejaban de “tiempo perdido” y en palabras del propio Joan Lerma que declaraba que “a muchos nos pareció que el Estatuto por voluntad de la derecha gobernante de entonces había salido cualitativamente (políticamente) mermado...”

A pesar de esto, la izquierda valenciana comenzaba un trabajo de propagación de sus tesis pancatalanistas ayudado posteriormente por la victoria del PSOE en las primeras elecciones autonómicas de 1983 invistiendo a Joan Lerma como primer presidente autonómico electo.

El PSOE lermista inició de inmediato su trabajo en este sentido y fijó su primer objetivo en la enseñanza y en la lengua. Así el picañero Cipria Ciscar fue el primer conseller de cultura y la primera medida fue volver a redactar el Estatut d’Autonomia en un idioma que se le empezó a llamar “normalitzat” (llamarlo catalán de Valencia era muy descarado, había que disfrazarlo) eliminado el redactado anteriormente en el valenciano real, el de las normas del Puig reguladas por la Real Academia de Cultura Valenciana con muchas diferencias del catalán.

También se inició una amplia ofensiva en la enseñanza, sobre todo en la universidad, eliminando la cátedra “Filología Valenciana” sustituyéndola por la de “Filología Catalana” convirtiendo la universidad en el foco más flagrante del pancatalanismo lingüístico de la Comunidad Valenciana aún hoy vigente hasta el punto de albergar sindicatos de estudiantes con nombres tan esperpenticos como “sindicat d’estudiants dels paisos catalans” que se encargan de controlar ideológicamente a los estudiantes y de que en la Universidad no aparezca nada que pueda entorpecer su labor propagadora del catalanismo en Valencia.

El PSOE, convertido entonces en PSPV, lo de “Pais Valencia” dejaba claras sus intenciones, perdió las elecciones autonómicas en 1995 y la entrada del PP en coalición con Unión Valenciana auguraba nuevos aires para la cultura valenciana.

Pero nada más lejos de la realidad. Mientras el PP socavaba a una unión Valenciana huérfana con la muerte de su líder Vicente Gonzalez Lizondo, Zaplana acordaba con Pujol la unidad del valenciano y el catalán en el llamado “Pacto de Reus” o también “Pacto del Majestic” que era la condición que Jordi Pujol había impuesto a Aznar para dar su apoyo al líder del PP para ser presidente del Gobierno Español en 1996.

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Para ello se crea la AVL que se encargará de velar por la unidad de la lengua eliminando progresivamente las particularidades del valenciano para ir introduciendo como normales expresiones y giros catalanes. La muestra es que se le llama “Academia Valenciana de la Lengua” en lugar de llamarla “Academia de la Lengua Valenciana”

El malestar que esta decisión genera en círculos valencianistas se ve mitigada por la fuerza que el PP consigue llegar a tener en Valencia silenciando cualquier intento de protesta consiguiendo que éstas se vean producto de unos movimientos residuales sin importancia.

El doble juego de Rita y Zaplana se ve potenciado con las mayorías absolutas de las municipales de 1999 donde Rita Barberá fagocita a Unión Valenciana y hace suyos varios concejales que han trabajado con ella hasta prácticamente 2015 y en la Generalitat donde Zaplana barre y consigue 49 de los 89 escaños por 35 del PSPV de Antoni Asunción y los 5 de Esquerra Unida liderada por él actual alcalde de Valencia Joan Ribó.

La desilusión con el PP en materia identitaria es grande pues ni siquiera la nombrada consellera de Cultura María José Catalá que había sacado a votación como alcaldesa de Torrent cambiar el nombre a la avenida principal de su ciudad eliminando el anacrónico nombre de “Pais Valencia” y pasándolo a llamar “Av del Vedat”, más propio de Torrent, fue capaz de revertir la cruzada pancatalanista en la enseñanza de la Comunidad Valenciana. Ella sabrá lo que se cuece dentro.

Siempre se escudó en “la libertad de cátedra” para justificar su falta de intervención.

Esto deja la “batalla de Valencia” hibernando con algunos brotes entre grupos que se ponían de manifiesto los 9 de octubre sobre todo.

A su vez, los grupos pancatalanistas radicales basan sus actos en algún movimiento violento como las manifestaciones del “darrer diumenge d’abril” donde escaparates de la calle Colón eran pintados, rotos o la estatua de Montoliu en la Pza de toros era pintada, golpeada o derribada, o en la creación de la llamada “Comisió del 9 d’Octubre” donde cada tarde del 9 de octubre salían esteladas en mano y consignas anti españolas y anti valencianistas por el recorrido conocido de San Agustin, Xativa, Colon y Parterre. Con la ya conocida acción de colgar la estelada en la estatua del Rey Don Jaime que finalizaba sus parlamentos siempre dedicados a la independencia del “paisos catalans” con lemas que disfrazaban sus verdaderas intenciones.

A pesar de todo lo invertido, desde fuentes separatistas como el diario Avui, reconocían en 2005 la escasa incidencia y propagación de estas tesis y de cómo el catalán apenas avanzaba en “el País Valenciano”.

Pero la entrada en 2015 de la izquierda radical ultra encarnada en Compromís en los gobiernos autonómico y municipal de Valencia con la complicidad del PSPV, reabre las heridas, desboca a los grupos pancatalanistas y genera un aumento de las ayudas y subvenciones a entidades claramente pancatalanistas y desestabilizadoras de la tranquilidad identitaria valenciana viéndose claramente un apoyo a estas tesis por parte de los dirigentes actuales tanto de uno como otro y la complacencia de Podemos en la GV.

La muestra más clara está en lo sucedido el 9 de octubre de 2017 donde los gobiernos autonómicos y municipal se posicionaron claramente a favor de los que portaban esteladas frente a los que portaban banderas de España y la Real Señera Coronada dejando clara su ideología separatista Catalanista.

Ya lo dijo Mónica Oltra, el termino “países catalanes” solo lo utilizamos en privado para que no sirva de argumento contra ellos. Pero cada vez les cuesta mas esconderlo.

Con esta tesitura nos acercamos al 9 de octubre de 2020.

La verdad nos hará libres. La historia está de nuestra parte.

“Un día los valencianos no podremos más, y lo podremos todo”.

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