Hace unos días os dije que iba a hablar de Compromís y las fallas en Valencia. Y esto es algo que quiero que se quede escrito para consulta o para posibles comentarios o eventos próximos.
Cuando por el año 2008-2009 una representación de una incipiente coalición política nos presentaba algunos libros escritos por unos entonces casi desconocidos profesores de universidad, nada había presagiar que unos años después esos profesores iban a desempeñar cargos importantes en las fallas con influencia directa sobre la dirección de las mismas.
Las simpatías de aquellos era producto de mi crítica con hechos de la Junta Central Fallera de entonces gobernada por Félix Crespo. Ellos pensaban que mi crítica era política, cuando siempre dije y dejé claro que no decía lo que no me gustaba porque eran de uno u otro partido, mi intención fue y ha sido siempre intentar lo mejor para las fallas. Aunque ello supusiera problemas y pocas simpatías en ciertos sectores de la fiesta.
Las líneas trazadas por aquellos profesores aparecidos de la nada, dejaba claro cuales eran sus ideales. De hecho, a una de mis preguntas que les hice referentes a un libro era “contra que luchaban”, porque uno de los libros escritos por Gil Manuel Hernández presentado en el año 2011 fue “Focs de falla. Articles per al combat festiu” , Recuerdo que su respuesta fue dubitativa pues si llega a contar la realidad se le cae totalmente el decorado montado dejando ver claramente la intención de ese libro.
Otros de los libros escritos por este profesor de sociología de la Universidad de Valencia, en el que siempre habla de “País Valenciano” cuando se refiere a la Comunidad Valenciana, fue “Fallas y franquismo”, escrito en el año 1996, aún lejano el momento de pensar que podía llegar a gobernar en la ciudad. Pero que, junto con otros, siempre bajo el auspicio de la propia Universidad de Valencia, iban conformando ya la hoja de ruta de las fallas en los ideales de los futuros componentes de Compromís.
A él le acompañaba otros “desconocidos” como Josep Lluis Marín”, funcionario de la Generalitat Valenciana, quien junto con Gil Manuel obtuvo una plaza de funcionario del Ayuntamiento de una forma muy sospechosa como denunció en julio de 2017 el PP. Las convocatorias de las dos plazas coincidían en muchos puntos de sus requisitos con las condiciones de ambos asesores de Fuset, Marín y Hernández, siendo por ello por lo que resultaron elegidos. La convocatoria se presentó con una urgencia llamativa, aunque se quedó en eso, en queja del PP.
HECHOS.
Una vez puestos en situación de quien agita el avispero fallero “progresista”, vamos con los hechos.
Cuando Compromís pacta con el PSPV y Podemos el gobierno de la ciudad de Valencia, el llamado “Pacte de la Nau”, la condición innegociable de los compromiseros es quedarse el control de las fallas. La razón era muy clara. Compromís piensa que el abandono de la izquierda fusteriana de las fallas en los 80 fue un gran error y las fallas, dicen ellos, se convirtieron en ese momento en la “punta de lanza del movimiento anticatalanista”, como dijo el propio Gil Manuel en una entrevista en Radio Klara en marzo de 2015. Ello ha conllevado que las fallas se hayan convertido en un gran obstáculo para la expansión de su ideal de unión territorial con Cataluña tal como llevan trabajando en varios campos, desde la lengua y la cultura hasta aspectos sociales, algunos aún no declarados pero que esperan el momento para trabajarlo.
Esa estrategia y movimientos internos llevan a que, de manera sorpresiva, Joan Ribó nombre presidente de JCF a Pere Fuset en lugar de a Carlos Galiana como todo el mundo fallero esperaba. A quienes no sois falleros os diré el presidente de la Junta Central Fallera lo elige el alcalde entre los concejales electos. Es como nos mandamos nosotros mismos, los falleros, en el Reglamento aprobado.
A pesar de la poca experiencia fallera de Fuset, con apenas 6 años fallero, sin haber sido presidente de falla y con un desconocimiento total del sentimiento fallero histórico, es elegido en lugar de Galiana con una amplísima experiencia como fallero, presidente y participante en multitud de concursos y eventos falleros. Además, con una empresa de eventos que organizó ferias de julio y Expo Jove entre otros menores, con el mandato (curiosamente) del PP.
ELECIÓN DE FUSET.
La razón es muy clara. Compromís, en su intento de controlar las fallas ideológicamente, para cuyo objetivo llevaban varios años trabajando varios compromiseros, como he detallado arriba, considera que Fuset es mas manejable y cumple las directrices necesarias para poder ser controlado por el que llevo un tiempo llamado “politburó fallero”. Ese grupo de compromiseros falleros, varios de ellos miembros de la falla de “Arrancapins”, la falla Angel Guimerá-Manuel Vila Prades, quienes piensan que una falla no debe tener fallera mayor, no participan en la ofrenda y en ningún concurso o evento entre otros detalles, por ejemplo. En este capítulo juega un papel importante algunos miembros del ADEF, Asociación d’Estudis Falleros, quienes aprovechan una asociación con trabajos muy interesantes y completos con un fallero llamado Javi Mozas, que queda al margen de movimientos políticos, profundo conocedor de la historia de las fallas (creo que el que mejor las conoce desde un punto de vista aséptico) para promover esta misma ideología y entrar dentro de ese “politburó fallero”.
El desencanto de Galiana es evidente y el malestar en un sector de Compromís también. Pero el partido se decanta por intentar tomar el control de las fallas y Galiana no entraba ni en el juego ni en la “cuchipandi” que las coge por banda.
Otros de los personajes importante es Pepe Martínez Tormo, quien como premio por haber elaborado el detallado programa fallero de Compromís para las elecciones 2015 es nombrado como Secretario General de Junta Central Fallera. Eso explicaba el “affaire” que Tormo tuvo un par de años antes cuando el anterior presidente de JCF, Paco Lledó, lo destituyó como acompañante de las cortes, hecho que sorprendió a muchos, aunque se sabía que era tema político.
Su trabajo entregado dentro de la JCF fue silencioso y fructífero para el partido hasta que tuvo el desliz del “contrato de indumentaria a las cortes”, que se hizo famoso a nivel nacional al querer obligar a las candidatas a fallera mayor a firmar un contrato para que vistieran como ellos dijeran. Llamativamente fue el “feminismo” quien se lo echó en cara.
Aquello no hay que olvidar que se comentó que vino a raíz del reinado de Alicia Moreno, fallera mayor de Valencia 2016, en el que se impuso por los encargados de protocolo de las cortes y las falleras mayores, ir con un solo moño con el segundo traje. Alicia no estaba de acuerdo (curiosamente ahora tiene una tienda de indumentaria propia) y para no tener que llevar un solo moño optó por ponerse el segundo traje apenas tres veces durante su reinado. Y es un traje cuya tela regala una firma de fabricantes de tejidos que vio mermada casi en su totalidad la publicidad que le reporta este regalo y se dice que elevaron una queja. De ahí que se intentara controlar lo que las falleras mayores visten.
LA BATALLA FALLERA.
Con estos mimbres, la nueva Junta Central Fallera comenzaba a andar respaldada y asesorada por este grupo. Se esperaba que hubiera algún cambio paulatino, pero Fuset entró como un elefante en una cacharrería y no tuvo piedad en demostrar lo que quería y sus intenciones. Para ello, me contaban desde dentro, introdujo dentro de cada una de las delegaciones a una persona de confianza para tratar de controlarlas todas. Un emisario que le tuviera al día de lo que en cada delegación ocurría para que no se le escapara nada.
Paralelamente, desde el partido se movió una corriente en la que se intentó ir sembrando de gente simpatizante las comisiones falleras y las agrupaciones. Pero el mundo fallero es muy variado y grande y de aquel intento fracasó, de ahí que una mañana de un 20 de marzo Fuset se descolgara con aquella conocida frase de que “los presidentes eran unos dictadores” porque, según él, no dejaban actuar a las bases. La lectura de estas declaraciones que sentaron muy mal al mundo fallero en general, era muy clara: había fracasado en su intento de controlar las comisiones para poder navegar plácidamente hacia su objetivo de conseguir el timón ideológico de la fiesta debido a la propia organización fallera y echaba a la culpa a los presidentes de falla. Apenas una veintena de comisiones (de las 386) y un par de agrupaciones (de las 26) fueron “colonizadas”, de las cuales apenas queda una decena y ninguna agrupación.
Por detalles, la primera batalla de esta guerra continua que ha supuesto el enfrentamiento de las fallas con la Interagrupación, fue el tema de los versos a las falleras mayores de Valencia en el Libro Fallero que tradicionalmente se publica cada año.
La razón era puramente lingüística. Por una parte, estos versos los escribe el poeta o poetisa que gana el máximo premio del concurso de llibrets que organiza Lo Rat Penat desde el año 1903. Y estos poetas utilizan el valenciano de verdad, el auténtico cuyas normas están reguladas por la Real Academia de Cultura Valenciana. Y todos sabemos que Compromís usa el idioma normativo autonómico (curiosamente regulado por el PP con la creación de la AVL) que mezcla palabras valencianas con catalanas eliminando cualquier atisbo de castellanimos pero sembrando de catalanismos giros y expresiones nunca utilizadas en Valencia con el fin de confluir idiomáticamente con el catalán. A este invento le llaman valenciano también y es el que se ha impuesto en la enseñanza, en el mundo cultural y en las instituciones.
Pues Pere Fuset, con poca mano izquierda (radical, pero poca) se negaba en redondo a que se publicada en el valenciano auténtico, quería que se usara el “oficial” porque si no, argumentaba, se podría considerar “prevaricación”. Mayor tontería no se pudo decir, pues si se cometió esta prevaricación que decía, al final los versos se publicaron en el valenciano de la RACV, el auténtico, y nadie acusó a Fuset de prevaricador.
Este fue el inicio de una serie de enfrentamientos con las fallas que derivaron en una devenir de hechos vergonzosos como la reprobación del presidente, su ausencia de las asambleas durante un tiempo o la guinda del insulto a los presidentes de las agrupaciones en aquella tarde famosa de la “jornada de germanor” donde los calificó de “putos mafiosos” por, según él, haber hecho llorar a la entonces fallera mayor, Rocío Gil, muy amiga de Pere, curiosamente hoy concejal en la oposición del Ayuntamiento de Valencia.
PATINAZO TRAS PATINAZO Y FINAL INESPERADO.
A pesar de que lo que tocaba al Ayuntamiento de Valencia fue totalmente cambiado, vemos por ejemplo el diseño de la imagen de las fallas, las propias fallas municipales elegidas, su forma de hacerlo o el intento de potenciar las fallas Experimentales dentro del llamado “fallas innovadoras” cuyo presupuesto anual no ha dejado de crecer, el conjunto de las comisiones ha cambiado poco su estilo de plantar. Incluso vemos como las fallas de Especial y Primera A, que son las más visitadas, apenas han cambiado su concepto de falla tras cinco años de gobierno compromisero.
Tras los múltiples patinazos de Fuset y su equipo, parte por la inexperiencia del presidente como de la radicalidad de los miembros del politburó fallero que han chocado constantemente con el sentimiento fallero, muchos esperábamos que no continuara en el cargo tras las elecciones de 2019. Pero no fue así y el resultado de los comicios municipales dio tuvo como consecuencia que Ribó tuviera que seguir contando con Pere como presidente. Además, no iba a dar a una más peleona Pilar Bernabé, socialista pero mucho mejor conocedora del mundo fallero que Fuset y con mejor imagen y simpatía en las fallas, el cargo. Sería perder el control de lo que desde Compromís se considera vital. Como dijo Gil Manuel en otra entrevista: “Siempre se ha dicho que si algún partido o coalición de izquierdas quiere ganar o recuperar el Ayuntamiento de Valencia, tiene que apostar necesariamente por las fallas.”
Pero en este caso, como les está pasando a ellos, está siendo contraproducente.
Y al igual que Al Capone no pudo ser detenido por sus crímenes, pero si por evasión fiscal, la tumba fallera de Fuset no ha sido nada relacionado con las fallas. Como todos sabemos, la puntilla a la oscura gestión de Pere estos cinco años la ha puesto el caso “Viveros”, con la muerte de un trabajador y el procesamiento por ello de Fuset.
NUEVA ERA… INDETERMINADA.
La historia a veces es caprichosa. Y la marcha de Fuset coincide con la suspensión de las fallas y el posterior confinamiento nacional. Ribó se vio obligado a contar con Galiana quien ejerciendo de “hombre de partido” cogió las riendas de las fallas en un momento que sería histórico y nadie lo sabíamos.
El malestar del “politburó fallero” no sería patente hasta que tomada la decisión de suspender definitivamente las fallas, se formara una nueva junta directiva por parte de Galiana y dejara fuera a toda la corriente compromisera anterior. Galiana contó con gente más fallera alejada de ideologías lo que generó un cisma interior dentro de la llamada “sectorial fallera”. Que es el órgano interno del partido que controla las fallas de la ciudad y que decidió que fuera Fuset quien dirigiera la fiesta en 2015. Ahora Carlos les devuelve “el favor” y ha alejado a los mentores de Pere de la dirección fallera.
La duda, o suerte según se mire, es que poco se va a poder comparar la gestión de Pere con la de Galiana, la “nueva normalidad fallera” eclipsa las dudas y nos hace estar todos juntos para trabajar por la supervivencia de la fiesta en estos momentos tan delicados que vivimos, no solo las fallas, si no toda la sociedad española.
De pasar a ser apasionante ver como manejaba la Junta Central Fallera el nuevo presidente a pasar a ser de necesidad que todos estemos juntos dejando las críticas y pormenores para momentos más tranquilos. Pero sin olvidar el pasado para no volver a cometer errores.