
Por Alfredo Ruiz Martínez
(No es mío, pero lo suscribo al 100%)

Pedro Sánchez estaba en la India cuando los valencianos se ahogaban. Esa noche cenó en un restaurante de lujo con su mujer. Su frase: “Si necesitan ayuda que la pidan” ya dejaba clara su voluntad de no gestionar la desgracia.
Pero sí que autorizó que al día siguiente los diputados del Congreso se repartieran los sillones del Consejo de RTVE mientras morían los valencianos, en una clara muestra de insensibilidad.
Varios mandatarios internacionales ofrecieron enviar bomberos y medios técnicos para ayudar el primer día. El Gobierno contestó que no era necesario.
Teresa Ribera no autorizó la obras aprobadas del barranco del Poyo en 2021 por falta de presupuesto y por motivos ecológicos. La AEMET dependía de ella y fue la culpable del error de comunicar que la borrasca se trasladaba hacia la Serranía de Cuenca. Pronosticaron lluvias de 150 litros máximo y cayeron 800 litros.
Ella nunca hizo ninguna declaración, ni mostró ningún interés por la desgracia sucedida. El mismo día de la Dana decidió viajar a París. No sabemos qué comió ni si se duchó o no…
Si se hubieran hecho las obras aprobadas probablemente no habría muerto nadie. Si hubieran avisado de que caerían 800 litros, la situación no habría sido la misma.
La ministra de Defensa, Margarita Robles tiene el mando militar y siempre se recordará su frase, al día siguiente de la DANA, cuando se pedía mayor implicación de los militares:
“El ejército no puedo hacerlo todo”
Varias unidades de la UME recibieron instrucciones de volver a sus centros cuando ya habían salido el primer día hacia la zona del desastre. Se enviaron 100 militares el primer día para 500.000 personas afectadas.
Pilar Bernabé, Delegada del Gobierno, tenía la obligación de co presidir el CECOPI, pero lo hizo desde su casa, porque consideró que lo que estaba pasando no era suficientemente importante para requerir su presencia. Tampoco cuando se quedó sin cobertura en el CECOPI durante hora y media decidió coger el coche e ir a Ribarroja al Centro de Emergencias. Llegó al día siguiente por la mañana, mientras otros políticos no durmieron esa noche trabajando para intentar salvar personas. Esas horas fueron cruciales y la delegada del gobierno, con todo el aparato del Estado en su mano no estuvo presente.
Parece que los valencianos y la prensa no están interesadas en saber qué hizo Pilar Bernabé, qué ropa llevaba, si se duchó o no, o qué comió, durante esas 12 horas que estuvo desaparecida.
De ella también dependían las carreteras y mucha gente murió atrapada en sus coches. Mientras Mazón comía, y ella sí conocía perfectamente la gravedad de la situación que se vivía según sus palabras, no pensó que cortar la A3, el bypass, o la pista de Silla habría salvado decenas de vidas. Decidió no hacerlo.
La CHJ es la encargada de informar de los incrementos de los caudales de las cuencas. Miguel Polo, Presidente de la CHJ, reconoció meses más tarde ante la jueza que había habido un “apagón informativo” sobre el incremento del caudal del Barranco del Poyo durante toda esa tarde. Solo habló de ese fatal error cuando lo requirió la justicia.
Si hubieran avisado a las 3 de la tarde del incremento disparatado del caudal del barranco, probablemente, se habría avisado a la población con tiempo.
Sí que informaron de la posible rotura de la presa de Forata y, ante ese riesgo, el Cecopi se centró en esa posible situación que hubiera sido aún más dramática, pero eso evitó que se dieran cuenta del problema del barranco.
Pero el asesino de 229 personas es Mazón y lo importante es el ticket del parking de la periodista y la factura de la comida.
Enhorabuena, la izquierda española ha vuelto a ganar el relato y a utilizar la muerte en su beneficio político, como hizo en el 11M, como hizo con el COVID, o como pretende hacer con los cribados de Andalucía.
Mazón cae, como antes lo hizo Camps, o Rita, porque nuestra izquierda gana en las calles y no suelta la presa, pero sobre todo, porque nuestra derecha y sus medios no son capaces de replicar con argumentos ni de defender a sus líderes con contundencia. He visto una defensa más contundente de Abascal a Mazón que del propio Feijóo.
Pero todavía somos muchos los que creemos que esta sucia estrategia no debería eximir de responsabilidades al gobierno central y a sus políticos. Y que hay que conocer exactamente qué falló durante esos días para, al menos, evitar que vuelva a pasar.
Creo que algunos pensamos que lo que falló ese día no lo vamos a encontrar en la factura de una comida o en el ticket de un parking.







