Un nuevo despertar
Escribo esto en el amanecer de un 20 de julio cuando se cumplen tres meses desde que me llamaron del Juzgado para comunicarme que estaba absuelto de todos y cada uno de los delitos que se mi imputaban y que hizo que durante seis años y medio mi vida estuviera condicionada en parte a esta situación totalmente inhumana e injusta que a todas luces deja claro la realidad en la que estamos viviendo en España. Y me apetece escribirlo ahora porque cada día estoy viendo como estas injusticias se extienden entre todo aquel que no está de acuerdo con las ideologías impuestas.
No era una tontería, las acusaciones me pedían hasta ocho años de cárcel por grabar un vídeo, si, por grabarlo y comentar lo que veía a la vez que daba mi opinión de que no quería a la CUP, y todo lo que estos representan, en Valencia. No quería que la división social producida en Cataluña se trasladara a nuestra tierra.
Os pongo en situación. Un día de diciembre, estoy tan tranquilo en casa y me envían un enlace a una noticia de un digital pro podemita que he sido llamado a declarar por aquellos hechos que sucedieron dos meses antes en la tarde del 9 de octubre de 2017. Al día siguiente se presenta la Policía Nacional a entregarme personalmente la citación (ya tengo que agradecer que no fui detenido y el trato policial fue exquisito). Sigo preguntándome (por decir algo) por qué se enteró antes la prensa, bueno, cierta prensa, antes que yo de que me metían en la investigación.
Ese día reúno a mi familia y les pongo en situación, les digo que esta citación hará que mi nombre salga en portadas, que a pesar de no ser nadie, mi nombre iba a ser utilizado por la izquierda radical valenciana y sus asociaciones satélites regadas con millones de euros de nuestros impuestos como ariete para apoyar sus ideologías separatistas catalanistas. Que me tocaba ponerme el mono de trabajo y luchar contra una total injusticia e indefensión mediática que iba a sufrir a partir de ahora. Necesitaban un referente que apoyara su indignación y rabia de lo que pasó aquella tarde y lo más cercano a eso era yo. No les importaba lo que ello supusiera para mi y para mi familia. De hecho, al catalanismo valenciano solo les importa ellos, los demás somos meros instrumentos para intentar conseguir sus objetivos. Así que pagué el pato de esta deriva.
No os lo aconsejo a nadie, es muy duro y cruel ver como se te nombra constantemente por los medios, incluso aquellos que ideológicamente puedan estar mas cercano, como te ponen en la picota de la opinión pública de manera casi obscena sin que tengas la más mínima oportunidad de rebatir o discutir ninguna afirmación sobre tu persona. Una impotencia que tienes que retener y reprimir para no perjudicar la labor de mi defensa. Porque como no soy nadie, no tengo derecho a pensar que lo mío era una persecución política y judicial por parte de algunas acusaciones que se apoyaban en digitales y medios afines a las causas catalanistas, no puedo pensar que la fiscalía puede estar totalmente escorada porque decir algo de eso hubiera podido suponerme incluso otra denuncia por delito de odio. No lo puedo pensar ni decir. Además, como no soy nadie, los abogados que han llevado mi caso me aconsejaron no hablar de nada judicial por el temor a que el corporativismo judicial me pudiera perjudicar.
Sin embargo, vemos como desde Podemos, Compromís, PSOE con el caso de Begoña Gómez entre otros, no hacen más que acusar a los jueces de lawfare sin que ello les suponga nada. Es una nueva injusticia que he tenido que sufrir estos años viendo como ellos pueden atacar a los jueces y fiscales muy duramente sin consecuencias y yo he tenido que estar callado estos seis años y medio. No podía pensar ni decir que las notas de prensa de la Fiscalía eran totalmente tendenciosas o que la instrucción del Juez Instructor estaba sobrecargada de una dureza injustificada. Ni lo pensé ni lo dije. Creo que hacían su trabajo. Y lo he tenido que sufrir hasta que la Audiencia con un minucioso trabajo puso orden en tanto desmán dejando las cosas en su sitio.
Aunque nos quede la duda de por qué el juez instructor no quiso investigar las presuntas agresiones de manifestantes estelados a policías y si las peleas ya conocidas.
Mi única defensa mediática fue y ha sido esta red social en la que estoy desarrollando esta meditación matinal que me sirve de terapia para ir descargando mi indignación por todo lo vivido. Aún hoy en día ningún medio me ha “invitado” a dar mi versión de los hechos desde mi punto de vista para demostrar que todo ha sido un montaje político y mediático (ruin y mezquino) sin ningún fundamento real más allá que la utilización de mi caso como ejemplo de lo que le puede pasar a quien se atreva a moverse en esos fangos creados por la izquierda valenciana donde el catalanismo y la corrupción ideológica apesta totalmente.
Y no es que tenga odio por lo que me ha sucedido, todo lo contrario, el baño de realidad que mi sentencia absolutoria ha caído sobre estos grupos y partidos que ya me tachaban como instigador de las peleas de aquella tarde y por la que me repudiaban como cuando se salían del pleno del Ayuntamiento porque “un ultra no podía ser escuchado por ellos en ningún pleno”, sin ni siquiera darme la oportunidad de la presunción de inocencia, ha sido el mayor tortazo social que podía darles por su inhumano trato hacía mi todo este tiempo. A gente y gentuza como Sandra Gómez, Pere Fuset, Grezzi, Ribó, Oltra, o el propio Galiana que reprochaban a un secretario general de Junta Central Fallera que se viniera conmigo las noches de preselección en el río, o que hablara en un acto fallero con un presidente de falla militante de Compromís pero con el que tengo una gran amistad desde hace muchos años, la mejor leche (por no decir otra palabra que os podéis imaginar que coincide con lo que se da en la comunión) que les he podido dar en toda los morros, en toda la cara, es demostrarles lo malas personas que son, lo gentuza que son que no se merecen que les mire a la cara por su radicalismo. Ha sido con la mano abierta y sin contemplaciones. Pero como no tienen vergüenza, ni se han dignado decirme nada a pesar que casi todos ellos tienen mi número de móvil.
Y no tengo odio porque algo quedó muy claro aquella tarde. Valencia no quiere eso que estos grupos que me acusaban quieren para Valencia. No olvidemos, encabezados por Acció Cultural del País Valencià cuyo presidente creo que ayudó y mucho a mi absolución con su declaración como testigo en la vista oral de marzo, una declaración para enmarcar, y lo digo de verdad, me encantó, estos grupos que forman parte de esa comisión llamada “Comisió 9 d`Octubre” personados en la causa sin que en ningún momento se les nombrara para nada, ni en el video ni en las redes, digo que nuestra tierra no quiere lo que ellos pretenden, la separación de Valencia de España y la unión a esos imaginarios “países catalanes” con los que suspiran en sus sueños más húmedos.
Mi video en directo dejó claro a nivel mundial que no queremos eso, no queremos las esteladas ni lo que ello supone. Y casi siete años después seguimos sintiéndonos valencianos y españoles. Es más, la demostración de esto es la alegría que inundó nuestra tierra tras la victoria de la Selección Española en la Eurocopa que llenó las calles de gente con banderas españolas, además, gente joven y muy joven que rompe totalmente las mentiras que han intentado difundir de que no nos sentimos así. La farsa que Compromís ha estado vendiendo de que no nos sentimos españoles se ha roto en mil pedazos en estos años.
Pero no quiero acabar este relato sin comentar algo que aún me duele. Y es la indiferencia del pueblo en general con estas injusticias. Porque os quiero recordar que uno de los delitos que se me achacaba, delito de odio, es una herramienta de presión dictatorial hacia el que no comparte o está en contra de las ideologías impuestas. Así vemos como hay indiferencia en casos como las acusaciones que están recibiendo ciudadanos como el Inspector Ferris que está acusado de este delito por declarar que en los últimos dos años de su mandato, prácticamente todos los detenidos eran extranjeros por el que le piden hasta tres años de cárcel, a pesar de que la Delegada del Gobierno no ha demostrado en ningún momento que esa afirmación sea falsa, o al responsable de redes de España 2000, condenado a dos años y medios por un artículo sobre los gays, o las diligencias abiertas a una ex consellera de Vox por hablar sobre el crimen de un marroquí que mató a un ciudadano en Gata de Gorgos y decir que “acusaba a la izquierda de poner en peligro nuestro pueblo con su ceguera ideológica” o también a una concejala de Vox en el Ayuntamiento de Valencia por decir que “no son inmigrantes, son invasores”. Puedes estar más o menos de acuerdo, pero de ahí a encerrarlos... Es decir, que pensar o hablar de lo que está en contra de la ideología impuesta por la izquierda puede ser delito de odio y te puede llevar la cárcel. Luego se les llena la boca de hablar de “libertad de expresión”, cuando en realidad es mentira, una falsedad que vemos día a día sobre la que la población está inerte.
Y como dijo Nacho Cano, “cualquier día os puede pasar a vosotros como os atreváis a estar en contra de lo políticamente correcto”.
Yo ya lo he vivido, considero que ya he pagado mi cuota. No me puedo arriesgar a vivir otra aventura como esta poniendo en jaque a mi familia y mi estabilidad emocional y mi economía.
Esta vez me ha salido bien. Pero tal como está la cosa…
Despertar y ver la cara de mi mujer feliz a mi lado, o saber que mis hijos están tranquilos acabada la pesadilla, no tiene precio.
Amigos, con vuestro permiso voy a disfrutar de mi “libertad”.
¡Gracias por leerme!
Me ayuda mucho.
PEPE HERRERO
20 de julio de 2024