Leo que la concejala de Compromís Luisa Notario quiere tomar medidas para que el valenciano se use más.
Eso, traducido al idioma radical de Compromís, supone que buscarán como imponer normas para que el uso del valenciano sea obligatorio con la excusa de “mejorar la vida de las personas en todos los ámbitos”.
Es decir, crear un problema donde no lo hay para imponer una solución a medida.
Partamos de la base que el verdadero problema está en que el idioma que se enseña no es el valenciano que habla el pueblo, es un híbrido con el catalán cuyo objetivo está en demostrar que es igual al catalán y que formamos parte de una misma región lingüística. No olvidemos que para ellos “el valenciano es la forma de denominar al catalán en el País Valencià”.
Recientemente he estado en un acto fallero de un pueblo donde fuera del escenario las falleras mayores hablan el valenciano real, pero al subirse al escenario leían discursos ajenos a su idioma verdadero.
Algo igual que sucede con los “niños” que se han adueñado de redes de algunas fallas y que están adoctrinados ideológicamente para escribir en catalán con el silencio de las comisiones aunque luego nadie en la falla habla ese idioma con el que escribe el CM de la comisión.
Si enseñas un idioma muerto, es como el latín, que se conoce pero nadie lo habla de forma materna. Lo que sucede que cuando los niños sale del ámbito docente se encuentran con que nadie habla de natural ese idioma hibrido ajeno a la realidad lingüística valenciana.
Además, todo esto aderezado con proclamas como que somos parte de unos países o que éramos de la inexistente corona “catalanoaragonesa” da como resultado un cocktail difícilmente digerible que lleva a lo sencillo, hablar español. Y es lo que pasa.
