Llevo desde el año 1974 viendo todos los Mundiales de fútbol
Aquel año no participó España, pero vi una gran final entre Alemania y Holanda.
A partir del siguiente, viví con intensidad los partidos de España. En el 78 en Argentina lamentamos el fallo de Cardeñosa ante Brasil, pero disfrutamos con los goles de Kempes con Argentina como si fueran nuestros. El primer valencianista máximo goleador en un Mundial. Vi en directo en Mestalla los tres partidos de España en el 82 con aquel gol mítico de Saura. Los cuatro goles de Butraqueño ante Dinamarca en México en el 86. La eliminación ante Yugoslavia en Italia en el 90 en la prórroga en un partido donde se perdieron mil oportunidades de marcar. Rabiamos con la sangre de Luis Enrique por el codazo de Tasoti en EEUU en el 94. Sufrimos el ridículo de Francia 98 con la eliminación a manos de Nigeria. Igual que sufrimos ante los dos goles anulados a Baraja y Morientes en Corea 2002 incomprensibles, sobre todo por el centro de Joaquín que nunca traspasó la línea de fondo, siendo eliminada por penaltis ante la selección anfitriona. Viendo como Francia nos dejaba cara de tontos en Alemania 2006 con dos goles en los últimos minutos que neutralizaban el gol de Villa de la primera parte en octavos.
Luego llegó el éxtasis de Sudáfrica con aquel inolvidable minuto 114 y el único jugador español de la historia que ha marcado un gol en una final del Mundial, Don Andrés Iniesta. El del 2014 en Brasil donde España cumplía con la tradición maldita que lleva a que la selección campeona de un Mundial el siguiente no pase de la primera ronda y así lo hizo cayendo ante Chile y Holanda en los dos primeros partidos. Luego en el 2018 donde el país anfitrión, Rusia, nos apeaba de nuevo en los penaltis en octavos. Todo esto lo viví con ilusión y traté de disfrutar cada partido.
Pero ahora es diferente. Es el decimotercer mundial que voy a vivir y os digo que lo sucedido con Gayá, interrumpir la Liga, las declaraciones de Infantino y lo que se ha visto en Qatar con los derechos humanos ausentes y el silencio de los habituales guardianes de la moral de estos derechos, y las actitudes hipócritas de algunos medios y periodistas, me provoca un descenso importante de las ganas de ver a España.
Si España llega a las fases finales me alegraré y veré los partidos. Sin duda. Pero os digo que a priori no siento lo mismo que en los momentos que os he relatado antes. La pasión no es igual.
Es un Mundial enrarecido en todas sus vertientes. Digan lo que digan, para mi no es lo mismo.