Corría el año 1974, ABBA acababa de ganar el festival de Eurovisión...
con Waterloo y Franco vivía sus últimos meses como caudillo de España,
cuando en la televisión en blanco y negro de entonces con solo dos canales, VHF y UHF,  emitieron una película de terror del gran Chicho Ibáñez Serrador titulada “el televisor”.
En este Drama dentro de la serie “historias para no dormir” se mostraba a un hombre gris, buen padre, buen trabajador y buen marido, pero gris.
Era en realidad el padre de Chicho, Narciso Ibáñez Menta.
Con esa frase de un hombre gris  comenzaba la historia de una persona que en el autobús de vuelta a casa después del trabajo se quedaba embelesado mirando las antenas de televisión recién puestas que se habían instalado en los tejados de los edificios de Madrid. El hombre anhelaba tener una y luchó hasta conseguirla.
Una vez en casa, la televisión cambió totalmente al hombre en cuestión, lo convirtió en una fiera desconocida y destrozó la convivencia con la familia.
Si miramos hoy en día nuestra vida veremos que no se diferencia mucho de aquel hombre, con el cambio de la televisión por el móvil.
Somos incapaces de vivir sin el móvil, de estar tomándonos un café o una copa en grupo o con otra persona sin mirar el móvil cada cinco minutos (o menos), eso sin contar que te manden un WhatsApp. Porque entonces ya empiezas a contestar el WhatsApp que para ti se convierte en el centro de tu vida y da igual donde estés y con quien estés (Sin quererlo y me ha salido un tema de Camilo Sexto). Y da igual la conversación que estuvieras manteniendo con la persona con la que estás compartiendo mesa, empiezas a escribir como loco y si tu acompañante te dice algo le contestas para cumplir un sí, un no o un vale pero sin atender lo que dice.
Ya no te cuento si a un joven o a un niño le dices que tiene que salir a dar una vuelta con sus amigos sin móvil por alguna razón. Enloquecen.
Lo peor es que si te atreves a decirle que lo castigas sin móvil, es peor el trauma que le generas con la creación de un complejo de inferioridad delante de sus amigos que el efecto del castigo.
El televisor de Narciso Ibáñez menta se queda en pañales con el efecto de los móviles.
Quien le iba decir a Chicho que 50 años después su fábula humana se iba a convertir en realidad.
Precisamente en aquella serie, la actriz que encarnaba el papel de esposa abnegada del personaje gris era María Fernanda D’Ocon, actriz valenciana que hoy nos ha dejado para siempre.
