Amanece un nuevo 8 de marzo. Un día que antes estaba dedicado a las mujeres trabajadoras y que desde hace dos años ha perdido toda su credibilidad.
El retraso en tomar medidas contra el virus para poder celebrar las manifestaciones feministas se les ha vuelto en contra, ha desvirtuado el día en gran medida siendo el rechazo social de los movimientos feministas cada vez mayor, y así, ahora, el 70% de las mujeres desaprueban la gestión de la podemita Irene Montero al frente de su ministerio.
Ves el día despuntar nublado, sin lluvia pero nublado, y te das cuenta que ese virus ya no importa, nadie habla de él, ya no es portada, ya no son carne de titulares. Como si de un juego de magia se tratara, de un día para otro el virus ha pasado a ser una noticia secundaria (o terciaría si me apuras), ya no importa si llevas o no mascarilla en aglomeraciones. Ya no importa si los muertos son reales o no, ni cuanto contagios hay al día. De repente el virus ya es historia y las restricciones han desaparecido.
Ahora es Ucrania, Ucrania y Ucrania.
Uno se pregunta que será mañana lo que ocupe el 80% de la información.
Llevamos un tiempo en el que cualquier telediario de cualquier cadena ha dejado de ser un mero instrumento informativo para convertirse en una herramienta de manipulación social.
Dedican horas y horas a temas como el del hermano de Ayuso mientras de Mónica Oltra y su ex marido (marido cuando sucedieron los hechos, no nos olvidemos) apenas se habla de ello.
Uno se plantea que dirían de Ayuso si su marido hubiera abusado de una menor en acogida. Aún recuerdo a su antecesora lo que sufrió por unas cremitas en el Eroski diez años antes.
Dedican horas y horas a decidir que es lo que nos tiene que asustar, con qué debemos estar de acuerdo y con qué no.
Luego deciden que es noticia y que no, que es escándalo y qué no lo es.
¿Quién se acuerda de la tarjeta de Dina? ¿Y de los 6 millones de euros que la ministra supuestamente evadió? ¿Qué pasó con los sobres con balas en las autonómicas madrileñas?
¿Qué pasó con el sobrecoste de las mascarillas que compró el ministerio de Illa o el hijo de Bono?
¿Qué pasó con...? Bueno, lo dejo, me llevaría toda la mañana. No os quiero aburrir más.
En un mundo como este, estar en contra del pensamiento único impuesto es pura rebeldía. Pero soy como soy, no pienso renunciar a ser libre y pensar lo que quiera a pesar del coste que me supone en ocasiones querer ser libre.
Doy gracias porque aún tengo un porcentaje de libertad para decir lo que pienso sin que me suponga ser pasto de cheka o de kalashnikov como en el 34.
Hoy es 8 de marzo y una de las mejores cosas que puedo ver es la mascletá de Reyes Martí. Me quedo con esto, con la ilusión de las fallas que tenemos ya en las calles de Valencia y con las ganas de vivirlas en una casi total plenitud.
Aunque para mi, la mayor grandeza de este día no reside en nada de lo que os he dicho antes, está en un tema personal que hace que este día tenga un color oro muy especial en la vida de mi mujer y mía, el día en el que nos convertimos en padres por primera vez.
Y con esto me quedo.
