En tiempos de la dictadura las fallas elegíamos a nuestros presidentes por votación democrática.
Las fallas fuimos de las primeras entidades que permitimos que mujeres se pusieran en cargos directivos y presidentes.
Las fallas nunca preguntamos a nadie con que partido simpatizan, sus gustos personales, su tendencias sexuales, si es blanco o no, si es católico o no, como tampoco preguntan si es empresario, trabajador o sindicalista.
Las fallas somos un colectivo tan rico que en una noche de fallas un empresario acaudalado o un director de banco puede estar sirviendo la mesa en el turno de barra a un mileurista o un parado.
Somos tan ricas en inclusividad que hemos tenido falleras mayores de muchos países, de muchas razas y con "capacidades diferentes" como se dice oficialmente.
Hemos tenido presidentes de fuera de Valencia y de fuera de España.
Las fallas somos un colectivo tan grande en sentimiento que somos puro sentimiento. Por eso nunca miramos más allá de la persona que quiere participar de la fiesta y quiere colaborar con nosotros.
Las fallas somos ejemplo de convivencia, solidaridad y entrega. No necesitamos que nadie nos pida algo que llevamos décadas haciendo y siendo ejemplo.
Esta llamada me parece pura demagogia ideológica alejada de la realidad fallera que sabemos que el alcalde, a pesar de ser el presidente nato de la Junta Central Fallera, desconoce.
Hubiera estado bien que nos hubiese defendido cuando su compañero de coalición nos llamó "nazis". Ahí calló.
