Poco a poco las vías van desapareciendo. Poco a poco a la historia del barrio deja paso a una nueva imagen.
Atrás quedan aquellos arbustos que separaban las calles de las vías del trenet azul o verde.
Atrás quedan aquellas pitadas largas que los trenes hacían cuando veían alguien demasiado cerca de la vía.
Como también recordamos que al llegar al Casal de la falla los trenes emitían un triple pitido avisando al jefe de estación de que ya llegaba el tren para que preparara las vías. Mientras esperaban al semáforo que estaba justo a la altura de la tienda de ultramarinos de Rosario y Arturo.
Aquella torreta redonda donde el guardabarreras estaba pendiente de bajarlas cuando se aproximaban los trenes y que en alguna ocasión le pillaba en el bar Manolita haciéndose un café y tenía que subir corriendo.
Cuántos niños del barrio han crecido junto a estas vías. Unas vías que han sido testigos de la lenta evolución del barrio. Desde las calles de tierra al asfaltado de los años 80.
Cuántos adolescentes han tenido sus primeros escarceos amorosos en los patios que acompañan a la via durante su recorrido.
Tardes de tertulias eternas en las puertas de las casas ahora ya extintas.
Noches de cenas en mesas de playa en las angostas aceras.
Carpinterías, fábrica de chapas, drogueria, jamones, fábrica de ropa, ultramarinos, kiosco… establecimientos que nacieron y languidecieron al ritmo del tracatra del tren.
Noches de verano de tener que subir el volumen de la tele a tope porque el tren pasaba en el momento más interesante de la película.
Estas vías también han sido testigos del cambio del Casal de la falla que llevan en el escudo estas vías, falla Mariano Benlliure-Acequia de Tormos, cuyos niños y jóvenes no había año que no pusieran una ristra de “trons de back en la vía para que al paso del tren sonara casi como una mascletá con los enfados de los maquinistas.
Muchos no lo saben, pero en esta falla junto a la vía nació hace más de 20 años la tradición que ahora se ha extendido por todo Burjassot de llevar San Roque en agosto Falla por Falla en la semana previa a las fiestas grandes del pueblo de Burjassot.
Si nos vamos más lejos, aún recordamos cuando allá por el año 1977 se arreglaron, se decoraron las calles artesanalmente para conmemorar el aniversario de la coronación de la Virgen de la Cabeza también patrona del pueblo con muchas noches de un ambiente increíble y de risas y momentos inolvidables.
Son 33 años viviendo junto a ella y ahora, 20 años después de lo prometido, poco a poco van desapareciendo del paisaje de un barrio durante mucho tiempo olvidado por el ayuntamiento del pueblo.
Ahora solo esperamos que una vez retirada las vías y los muros que la rodean, la remodelación de la calle tarde mucho menos de lo que ha costado la retirada de las vías. Esta remodelación ya corre de cuenta del Ayuntamiento de Burjassot.
Somos testigos de la historia, somos protagonistas de la evolución.
Un nuevo Barrio del Empalme nos espera.