POLÍTICAS COMUNISTAS QUE HUNDEN VALENCIA.

2/3 Fiestas populares. 

El tejido festivo de Valencia es de los más inmensos e intensos de España.

Sin duda las fallas son la estrella cubriendo cada palmo de la ciudad. Albergando (hasta la pandemia) 100.000 personas y moviendo anualmente más dinero que el propio ayuntamiento de la ciudad. Junto a ellas, las múltiples fiestas y celebraciones entre las que destaca la Semana Santa Marinera, el Corpus, San Vicente y sus altares o los Moros y Cristianos y muchas otras.

Desde su fundación, Compromis se propuso cambiar la imagen de las Fallas tradicionales por considerarlas franquistas y así nos lo comentaban en entrevistas en la radio que les hacíamos en los inicios de la coalición allá por 2009 personajes que actualmente son parte importante del control de las fallas que van poco a poco modificando las fallas a su ideología con la complicidad silenciosa del PSPV. Un control que hasta ahora no tenían.

La pandemia está actuando como acelerante de este control ideológico y se observa como desde el Ayuntamiento no se está ayudando a las fallas de forma efectiva y real. Todo son parches para disimular y poder vender humo.

Así vemos las dificultades que nos ponen para poder celebrar algún acto Fallero mientras que otro tipo de eventos son organizados sin temor al virus. Nos controlan con el miedo y con la colaboración involuntaria de Puig y Ana Barceló quienes son unos ignorantes del real funcionamiento de la fiesta a quienes parece que no se les está explicando bien lo que son.

Ayer lo vimos en la entrega de los “brillantes” y hoy lo vemos en otro caso más sangrante que os cuento.

Vemos como en Malilla el Ayuntamiento cede a un grupo desconocido de vecinos una alquería de propiedad municipal quienes para celebrar este “espai de lluita veinal” organizan una serie de actividades que a las fallas nos son prohibidas. Esta asociación afín ideológicamente puede organizar lo que quiera porque a ellos se ve que el virus no les afecta.

Cada vez tengo más claro que la razón de no celebrar las fallas ni ninguna fiesta es política, no sanitaria.